Ser feliz no es para cualquiera
Será que estamos tan acelerados, que no paro de encontrar notas que hablan de hábitos para ser más felices. Qué ironía que ser feliz se vuelva rutina, ¿no?
Pero en fin, parece que levantarse temprano hace bien, que ducharse con agua fría también, que meditar, hacer ejercicio y la mar en coche. Y si eso no es parte de tu día, deberías hacerlo rutina. Y así, la máquina se vuelve a programar para hacer SI O SI todo lo que nos hace felices. O eso parece. O eso afirma la ciencia.
Hace unos días, leí una nota en El País con claves para ser feliz según la Universidad de Harvard (si, es cosa seria). Y, ¿adivinen qué? “La alegría también se aprende, como el golf o el esquí”. Así que: a practicar!
Me llamó la atención de esa nota que habla de algo que no encontré en ninguna otra de las tan recurrentes: la resiliencia.
“La felicidad depende de nuestro estado mental, no de la cuenta corriente. Concretamente, nuestro nivel de dicha lo determinará aquello en lo que nos fijemos y en las atribuciones del éxito o el fracaso. Esto se conoce como locus de control o ‘lugar en el que situamos la responsabilidad de los hechos”.
¿Qué es la resiliencia? Un concepto que se ha hecho muy popular con la crisis, y que viene prestado originariamente de la Física y de la Ingeniería, con el que se describe la capacidad de un material para recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora.
“En las personas, la resiliencia trata de expresar la capacidad de un individuo para enfrentarse a circunstancias adversas, condiciones de vida difíciles, o situaciones potencialmente traumáticas, y recuperarse saliendo fortalecido y con más recursos”
Ahora a entrenar. A poner despertadores, a sumarse a clases de meditación, a ducharse con agua fría que cale los huesos y a hacer deporte aunque no te alcancen las horas del día. Todo sea por ser felices. Y sonreír más.
Decálogo personal de la felicidad:
- Pasar el día en la cama cuando llueve, leyendo un buen libro.
- Pasar la tarde en el sillón leyendo mientras el sol del invierno entra por la ventana.
- Abrir la puerta el domingo y que el diario esté ahí afuera, esperando para ser leído. Mate de por medio.
- Escribir sin deadlines.
- Mirar una serie que me entusiasme tanto que quiera ver un capítulo tras otro.
- Cocinar algo rico (y para compartir)
- Vivir sin apuro.
- Apagar el celular.
- Comprar flores.
- Cerrar la agenda.